Como escribir un cuento
Para aquellos que les gusta escribir, este articulo les podría ser de gran ayuda.
CÓMO ESCRIBIR UN CUENTO
CORTO
¿Qué es un cuento?
Los cuentos son un tipo de
texto narrativo de corte literario que se caracteriza por tener una extensión
breve, estar protagonizado por una cantidad pequeña de personajes y también por
poseer un argumento generalmente sencillo.
Son estas características
(brevedad, sencillez y limitación de personajes) los que han hecho que el
cuento sea el principal texto narrativo dedicado al público infantil, pero
también existen numerosos cuentos destinados a los adultos, como lo evidencian
los grandes autores que han publicado este tipo de textos (www.espaciolibros.com)
¿Cómo escribir un cuento?
Veamos cuáles son
algunas recomendaciones para escribir cuentos cortos:
1. Céntrate en la acción.
Que no en la anécdota.
El cuento no es solo una anécdota, ya que cuenta una historia, pero la
narración ha de estar más condensada que en la novela y centrarse en lo que
sucede, sin tiempo ni espacio para otras disertaciones.
En el cuento no hay
lugar para largas descripciones o extensas divagaciones morales o psicológicas.
Esto no quiere decir que el cuento tenga que ser simple y carecer de estos
elementos. Pueden estar, pero en forma de subtexto, escondidas entre líneas o
dichas directamente con las palabras justas. ¡Es todo cuestión de espacio!
Hace tiempo leí una
frase que se me quedó grabada: una novela de ciencia ficción describe un mundo
de ciencia ficción; un cuento de ciencia ficción narra hechos de ciencia
ficción. Sin embargo, ambos subgéneros narrativos pueden hacernos reflexionar
al leerlos.
2. No quieras abarcarlo todo.
A veces pecamos de
querer contar historias muy ambiciosas que no tienen cabida en un relato corto.
Recuerda que el cuento, por lo general, debe ocurrir en un espacio de
tiempo breve, tener pocos personajes principales (2 o 3 como mucho) y una
localización principal. Si no logras adaptar tu historia a estas premisas,
puede que estés ante una novela corta y no de un cuento corto.
3. Busca una idea y simplifícala.
Toda idea puede
simplificarse siempre, sólo hay que darle una vuelta. Por ejemplo, queremos
contar la historia de un hombre que, tras pasarse muchos años dedicado a su
trabajo, logró alcanzar el éxito profesional. Fue un tipo importante, ambicioso
y que llegó a lo más alto, pero a costa de arriesgar su vida personal. Con el
tiempo, cometió una serie de errores y se arruinó, dándose cuenta de lo que
realmente era importante.
¿Se puede contar una
historia así en apenas 750 palabras? Sí, pero solo si la simplificamos. Para
ello, busquemos el instante con mayor fuerza, el momento de impacto de la
historia, así sabremos dónde hay que centrarse. Yo creo que el punto álgido lo
encontramos cuando se da cuenta de que se equivocó, por ello creo que
deberíamos contar la historia cuando ya lo ha perdido todo.
Por ejemplo, Fulanito
es un mendigo que cada mañana pide en una esquina del centro de la ciudad, en
una zona de oficinas cerca de donde él trabajaba tiempo atrás. Los mismos
ejecutivos entre los que él se incluía antes, son ahora los que le ignoran y
pasan por su esquina sin mirarle.
Recuerda, cuando
tengas tu idea, simplifícala: busca el impacto, el instante.
4. No lo cuentes, muéstralo.
Este debe de ser el
consejo en el que más se insiste en cualquier libro o artículo sobre escritura,
¿verdad? Pero es que resulta fundamental y muchas veces se nos olvida, sobre
todo a la hora de escribir cuentos.
Un cuento no es un
resumen de una historia, sino una historia en sí. Tomando el mismo ejemplo del
punto anterior, podríamos decir que Fulanito es un mendigo que
cada mañana pide en una esquina cerca de donde antes trabajaba. Entonces tenía
mucho éxito, aunque se acababa de divorciar y no tenía mucho tiempo para sus
hijos porque solo le importaba su trabajo, etcétera… ¿Qué es esto? ¿Es una
historia o el resumen de una historia? En realidad es lo segundo.
Para narrar la
historia tenemos que centrarnos en el instante, en la acción: Fulanito cuenta
las monedas de su caja y se da cuenta de que no ha sido una buena mañana. Duda
si le alcanzará para tomarse algo caliente… Mostremos lo que ocurre, demos
imágenes, enseñemos la historia a través de la acción.
5. Mantén la estructura.
Aún siendo un relato
muy corto, todo cuento ha de tener una introducción, un nudo y un
desenlace. Por ejemplo: “el mendigo contando las monedas en su esquina y los
ejecutivos pasando ante él envueltos en su abrigo” sería la introducción. Es lo
que nos sitúa en la historia, en el qué, quién, dónde y cuándo.
El nudo podría ser
“el mendigo está preocupado porque necesita tomarse algo caliente pero no le
llega el dinero. Sigue pidiendo pero los ejecutivos lo ignoran.” El desenlace
sería el final que le demos. Por ejemplo: “alguien se apiada de él y le da el
dinero para que se tome el café”.
6. No lo des todo, sugiérelo.
En el cuento es tan
importante lo que se dice como lo que se calla. Como decíamos antes, no hay
lugar para disertaciones, así que olvídate de explicar que el mendigo se siente
mal por su situación o que se arrepiente de haber perdido a su familia. Eso ha
de quedar implícito en la acción. Deja que el lector lo deduzca.
Por ejemplo, en lugar
de explicar que el mendigo tenía familia y la perdió junto con su trabajo,
podemos hacer que entre los ejecutivos que cruzan ante él, el mendigo reconoce
a su hijo e intenta decirle algo. El hijo se vuelve hacia él con cara de
fastidio y, sin reconocer a su padre, le da una moneda, solucionando el
problema de tomar algo caliente esa mañana. Pero, obviamente, al mendigo ya no
le importa el café.
7. Cada frase cuenta.
Del principio al
final, cada frase del cuento tiene que estar ahí con una función. Si
tienes poco espacio, pocas palabras, aprovéchalas bien. Esto no es necesario
hacerlo en la primera escritura, pero sí en la revisión. Desmenúzalo, analiza
cada frase, cada elemento, y piensa qué función cumple en la historia. ¿Es
imprescindible? Si la esencia del texto se comprende sin esa frase, elimínala.
8. Mantén el suspenso.
No des toda la
información al inicio. Dosifícala y lleva al lector hasta la última palabra. Si
contamos de partida que el mendigo era antes un ejecutivo y que acaba de
encontrarse con su hijo, luego nos quedamos sin dinamita.
Siempre que
puedas, intenta que al final del texto haya un giro, un golpe de efecto,
una sorpresa. Que esté justificada, claro, pero que dé un nuevo sentido al
texto.
Es mejor empezar por
el mendigo con frío que ha de conseguir dinero para algo caliente. Así creamos
un buen punto de partida. Luego podemos contar ya que él antes era uno de esos
ejecutivos que ahora le ignoran, porque esto nos produce más curiosidad sobre
el personaje. De pronto, reconoce a alguien entre la multitud y llama su
atención (más intriga). Esta persona no le reconoce, pero le da dinero, aunque
al mendigo ya no le importa el dinero, porque el ejecutivo era su hijo (dejamos
el golpe de efecto para el final).
9. Impacto posterior.
Una de las cosas más
difíciles pero también de las más importantes es lograr que el cuento deje
huella en el lector. Una vez haya terminado, el texto ha de dejar un eco en su
interior, una reflexión, un sentimiento.
Para ello, la
última frase es fundamental. Si logramos que contenga un giro o una imagen
impactante que arroje luz sobre el resto de la narración, estaremos en el buen
camino.
Volviendo al caso del
ejemplo, lo ideal es llegar al final sin saber quién es el ejecutivo al que el
mendigo ha reconocido y que acaba de darle el dinero. En esa última frase (que
además debería ser corta, sencilla y directa para causar mayor impacto)
revelaremos que se trata de su hijo (un buen giro final) y dejaremos entrever
que el mendigo ya no está preocupado por el dinero (ni lo mira), sino que
observa cómo su hijo se aleja sin poder hacer nada para evitar que cometa los
mismos errores que él cometió en el pasado.
10. Ambienta con poco.
No tienes espacio
para descripciones largas ni disertaciones, pero el cuento también ha de tener
ambientación para envolver al lector. Para ambientar en un texto muy
corto, usa el tono, el narrador, el lenguaje y selecciona las palabras
adecuadas. No es lo mismo decir “ciénaga” que decir “pantano”; tampoco es igual
“bruma” que “niebla”. Cada palabra te ayuda a construir la atmósfera.
Elígelas con cuidado.
Por ejemplo, para la
historia del mendigo, nos encontramos en una ciudad, una mañana de invierno en
la que hace mucho frío, pero no es necesario decir todo esto. Podemos ver el
frío en el vaho que sale de la boca del personaje o haciendo que se frote las
manos envueltas en guantes antes de contar el dinero. Incluso, mejor aún,
podemos verlo todo a través de los ejecutivos que entran en sus oficinas
envueltos en gruesos abrigos mientras ignoran al mendigo. En esta imagen
sabemos que es una ciudad, que es por la mañana, es invierno y hace frío.
11. La importancia del título.
Tenemos muy poco
espacio para desarrollar nuestra historia y ya hemos dejado claro que cada
palabra cuenta, ¿verdad? Pues tengamos algo de picardía y aprovechémoslas bien
todas. El título es un espacio extra que puede resultar muy útil. Lo
ideal: que sugiera, intrigue y arroje una nueva luz sobre el texto una vez
se haya terminado su lectura.
¿Se os ocurre algún
título para el relato del mendigo que cumpla estas características?
12. Una regla extra para escritores de cuento.
Por último, nos queda
un consejo fundamental para cualquier escritor que quiera dedicarse a escribir
cuentos, aunque no tenga que ver con la escritura en sí: tenemos que leer
cuentos. Si queremos entender cómo funcionan y cómo se escriben, es fundamental
que los conozcamos. Hay que leer a Chéjov, a Horacio Quiroga, a Cortázar, a
García Márquez, a Poe, a Borges, a Saki, a Ray Bradbury, a Bioy Casares, a
Benedetti, a Monterroso… Tantos cuentos como se pueda.
Y hasta aquí las
reglas fundamentales para escribir un relato corto. ¿Qué les han parecido?
¿Alguna más que añadiríais a la lista? Y, ¿qué me dicen de los cuentos? ¿Suelen
leer muchos? ¿Algún cuento o cuentista que les parezca imprescindible?
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